martes, 8 de septiembre de 2009


Se levanto sobre exaltada, como quien se levanta con el insoportable sonido del despertador, a diferencia que ya estaba despierta. Fue un ruido, algo se desplomaba dentro de ella. Como un mecanismo de autorregulación, pensó que debería tomar un té de manzanilla para tranquilizar a sus bestias, a sus temores.

Ahí estaba…sentada bajo el árbol del patio con su tacita de té pensando que algo no estaba bien, que algo se le había escapado de las manos. Repasaba todo lo sucedido ese día, lo que había hecho. Estudio meticulosamente sus movimientos: procreación, primeras palabras, niñez, adolescencia, adultez. No una o dos veces, sino ocho. Ocho veces el mismo proceso a la perfección. Estaba todo como debía. No se había olvidado de nada…sin embargo algo no terminaba de acomodarse en su mente. Tal vez es el calor pensó.

-Claro… estos calores repentinos sorprenden a todos. Sobre todo a las plantas “¡…pobres platas! Entre el calor y los caracoles de mierda no tienen respiro” y se esforzó en ayudarlas a sobrepasar el mal rato.


Micaela Martínez Gardonio


(Bellísimo, el texto. Irene -"el hada cuidadora"- sigue presente en los cuentos, en las anécdotas de su grupo, en el afecto que nos dio. Y en nuestro grupo interno).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy lindo Micaela y Gracias por compartir este cuento "el hada cuidadora", son momentos duros para el grupo de 2 semanal y pàra toda el escuela Irene sin hablar decia mucho. Gracias. Norma